En el camino despertamos a un compromiso mayor, más allá de nosotros mismos, fundamos entonces la Escuela del Campo y la Vida, había llegado el momento de compartir lo aprendido pero también mostrar y compartir otros conocimientos, otras vivencias adquiridas en el caminar pasado y así nacio la escuela, un espacio para enseñar y para aprender en un dialogo permanente fraterno.
Nos juntamos entonces un grupo de jovenes, otros un poco mayores y aprendimos de la mano de instructores del SENA (entidad educativa gubernamental colombiana) sobre agricultura ecologica. Seguimos el aprendizaje experimental mediante competencias y fuimos adentrandonos entusiasmados en el conocimiento ecologico de la siembra que respeta a la naturaleza y entonces nos hicimos técnicos en producción agricola ecologica. El conocimiento debe ahora ser compartido, la experiencia debe ser contada, el mutuo aprender debe ser vivido, es tiempo de compromisos comunitarios regionales y globales.
Seguimos caminando, un paso a la vez... aprendemos del silencio, el viento, la lluvia, el sol, la montaña. Disfrutamos del encuentro entre iguales y del abrazo entre diferentes... nos sabemos uno...