En el camino despertamos a un compromiso mayor, más allá de nosotros mismos, fundamos entonces la Escuela del Campo y la Vida, había llegado el momento de compartir lo aprendido pero también mostrar y compartir otros conocimientos, otras vivencias adquiridas en el caminar pasado y así nacio la escuela, un espacio para enseñar y para aprender en un dialogo permanente fraterno.
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